Las pinturas negras de Goya cobran vida en festival de Tribeca con corto animado de terror
Las pinturas negras de Francisco de Goya cobraron vida en esta edición de Tribeca con "El Fantasma de la Quinta", un corto animado de terror que se estrenó mundialmente en el festival neoyorquino.
La cinta de 17 minutos es una "narrativa gótica" del tiempo en el que el pintor español vivió en la Quinta del Sordo, una finca en las afueras de Madrid que Goya recubrió con oscuros murales como "Saturno devorando a su hijo", "Duelo a garrotazos" o "El aquelarre".
Es la propia Quinta del Sordo la 'narradora' del corto, en una voz de mujer, concretamente la de la actriz Maribel Verdú.
"Es una historia de fantasmas, en la cual, en lugar de que el protagonista llegue a una casa que está encantada o está embrujada, está perfectamente bien y es el inquilino que llega el que está embrujado o el que atrae consigo todos estos fantasmas", cuenta a EFE el director James A. Castillo.
De palacio a mausoleo
En los primeros minutos del corto, la casa le da las gracias al pintor por transformar una "vulgar" morada de campo en un "palacio", con los paisajes que él pintó en sus paredes.
Luego, la casa se lamenta por haberse convertido en el "mausoleo" del artista y haber conocido todos los "monstruos" que trajo consigo el artista con sus pinceles.
Castillo explica que no todas las pinturas negras están reflejadas en el corto, pero dice que sí que intentó hacer una especie de itinerario por las distintas facetas del artista.
"Por ejemplo, aunque en las pinturas negras de Goya no hay ningún toro, nos parecía que para el momento climático de la historia era importante tener algo que simbolizase esa España fagocitada por ella misma, al borde del colapso del Imperio español", destacó Castillo.
Francisco, más que Goya
El corto se adentra en la salud mental de un Goya septuagenario, con graves problemas de salud y viudo, que se dedicaba a pintar tenebrosas obras en las paredes de su casa.
"Cuando ves (las pinturas negras) por el tipo de trazo, por la fuerza que tienen, sabes que es un acto casi violento. Me cuesta mucho creer que no las pintó en uno estado anímico muy comprometido", anota Castillo, quien se quedó de piedra la primera vez que vio 'Saturno devorando a su hijo' con diez años en el museo del Prado.